La vida es tan absurda que todos hacemos como si la entendiéramos perfectamente para no ser tomados por puros ignorantes. La mayoría de las personas se pasan casi toda su vida haciendo cosas que ni le van ni le vienen, aguantando a jefes infumables, a maridos maltratadores, a hijos ingratos, a amigos que no lo son tanto… limpiando, fregando, planchando, apagando despertadores odiosos, implorando al cielo en un banco de una Iglesia cualquiera, cortándose el pelo, afeitándose la barba, machacando ajo con perejil, haciendo cola en el banco, en el super y en la panadería, sujetándose los michelines con ridículas mayas, cogiendo el teléfono para mantener insípidas conversaciones… declarando guerras absurdas a los vecinos, demostrando lo mucho que sus coches corren, alejando malos pensamientos de sus mentes, evitando vicios…
¿Y todo eso para qué?
Para ser uno más. Vivimos en un mundo rodeado por una valla eléctrica de principios estúpidos y arrogantes. Si alguien se sale del límite establecido, se electrocuta. Pero existe una manera de salir. He encontrado unas tenazas con el mango recubierto de esperanzas para evitar electrocutarme. He roto la valla, y he saltado al otro lado. Y lo que he visto es digno de compartir.
Aquí les espero.
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