Clarissa Pinkola Estés
Los padres debemos ejercer de padres y no de colegas o amigos de los hijos. Nuestros hijos tendrán la oportunidad de tener muchos amigos durante su vida pero solo tendrán unos padres.
Así pues, es importante no hacer dejación de funciones. Ningún amigo o colega puede cumplir nuestro rol.
La relación entre padres e hijos no debe ser una relación entre iguales, ni tampoco una relación basada en la jerarquía o el poder. Pretenderlo es generar confusión. Es un camino de crecimiento compartido en el que los padres, como adultos responsables, vamos a educar a los hijos proporcionándoles modelos de conducta, referentes y valores válidos y, sobre todo, un entorno amoroso y cálido donde poder crecer. Esta base segura les permitirá, más adelante, arriesgarse o explorar y vivir.
Los padres no debemos someternos a los chantajes emocionales que los hijos intentarán en más de una ocasión- Si no me permites esto es que no me quieres; todo los demás padres lo dan, lo dejan, lo compran, lo regalan, lo traen o lo llevan... Y para conseguirlo deberemos decir no, marcar limites, poner normas y hacer que las cumplan, aunque esto no les guste. Decirles "si" para agrandarles o que nos quieran cuando hace falta un " no" es algo egoísta ya que los usamos para llenar nuestros vacíos emocionales o untar nuestros egos. La mejor muestra de amor que podemos darles es asumir su rechazo o desagrado -conscientes de que forma parte de su proceso y que es provisional-, y ser fuertes para que también ellos puedan serlo. Nuestra tarea es amarlos bien, educarlos bien y acompañarlos bien para que ellos sepan amarse, educarse y acompañarse solos.
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