Generoso es el árbol que, años tras año, nos regala los frutos puntualmente. Generosas son las flores que desparraman por campos, caminos y lugares escondidos para llenarlos de color. Generoso el niño que, en el primer encuentro, confía en nosotros para jugar a cualquier cosa. Y generosa la vida, a pesar de todo, que nos da la oportunidad de saber dar y recibir, de poder confiar, de aprender, de decir adiós, de decir hola, de llorar y reír y, un día como hoy, compartir con todos vosotros estas palabras.
Con estas palabras de Carme Senserrich queremos poner en evidencia una mirada agradecida a la vida y a las pequeñas y milagrosas cosas que día a día nos regala si lo sabemos ver. Si queremos transmitir a nuestros hijos estos dos valores es esencial que aprendamos nosotros mismos a mirar con agradecimiento y a practicar, como consecuencia, la generosidad.
Había un hombre muy rico y un hombre muy pobre.
Cada uno tenia un hijo. Un día el rico subió a su hijo a una montaña:
-Mira -le dijo-. Todo eso de ahí abajo, un día sera tuyo.
Otro día subió el pobre y le dijo a su hijo:
-Mira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario