Tropecé con un extraño que pasaba y le dije:
-¡perdón!
El contestó:
-Disculpeme, por favor... no la vi.
Fuimos muy educados, nos despedimos, seguimos nuestro camino. Más tarde, cuando estaba cocinando, estaba mi hijo muy pegado a mi. Al girarme,casi le doy un golpe...
-¡Quitate de ahí! ¡A ver si no molestas! -le grité.
El se retiró, compungido, sin que yo notara que hablé con dureza.
Por la noche, al analizar mi día, me di cuenta de que había tratado con respeto y cuidado al extraño y que había abusado del niño que amo.
Generamos basuras emocionales: la tensión, el enfado, el mal humor, la frustración, el resentimiento, la culpa, el descontento...¡Cúantas veces hemos utilizado a nuestros hijos o a pareja de vertedero donde los volcamos! Esto es injusto y tiene un elevado precio relacional. En ningún caso debemos descargar en ellos nuestras basuras emocionales y aliviar nuestra tensión o frustración. Es esencial aprender a dar una salida no destructiva a esta energía negativa,¿Con que autoridad moral vamos a pedir a nuestros hijo que controle su mal humor, su ansiedad y su agresividad, si nosotros somos incapaces de hacerlo? Nuestra conducta es su principal referente.
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