Uno va subiendo la vida
de a cuatro los primeros escalones,
tiene todas las luces encendidas
y el corazón repleto de ilusiones...
Uno va quemando energías,
es joven, tiene fe y está seguro.
Soltándole la rienda a su osadía
llegará sin retrasos al futuro...
Y uno sube... sube... sube...
flotando como un globo en el espacio,
los humos los confunde con las nubes
subestimando a todos los de abajo.
Y uno sigue... sigue... y sigue...
sumando vanaglorias y ambiciones
no sabe en realidad lo que persigue
y va de distorsión en distorsiones...
Uno es un montón de etiquetas,
es un escaparate, un decorado,
un simple personaje de opereta,
un fruto de consumo consumado...
Uno es una simple herramienta
que tiran cuando ya cae en desuso,
uno lo sabe pero no escarmienta
sigue aferrado a la ilusión que puso...
Y uno piensa... piensa... piensa...
que siempre seguirá en el candelero,
que nunca a de vaciarse su despensa,
que queda mucha tinta en el tintero...
Y uno sigue... sigue... sigue...
cautivo de su imagen, caminando...
El ego desbordado no concibe
que muchos otros vengan empujando...
Y uno va teniendo evidencias...
ya no recibe flores ni palmadas,
rechaza que empezó su decadencia
que va por la escalera de bajada...
Uno alza su voz de protesta,
suplica por seguir estando a bordo
y duda cuando nadie le contesta
si ha quedado mudo o si son sordos...
Y uno baja... baja... baja...
no quiere por orgullo lamentarse
que ya no es quien baraja la baraja
ni se ha guardado un as, para jugarse...
Y uno baja... baja... baja...
desciende lentamente hacia el olvido,
hay algo en su balance que no encaja
lo que ha querido ser y que no ha sido...
Uno queda solo en la mesa
migando su pasado amargamente,
le cuesta confesar que ha sido presa
de un canto de sirenas permanente...
Y uno es una isla desierta,
un médano en el mar, un espejismo...
Empieza por abrir todas las puertas
y termina a solas consigo mismo.
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