lunes, 21 de mayo de 2012
EL GOZO DE SER
El sufrimiento biológico no puede ser eliminado ya que es natural. Una patada duele, y si es fuerte y te rompe la pierna, te hará sufrir. Pero eso no te tiene que hacer infeliz, ya que la felicidad o infelicidad depende de los estados psicológicos, no físicos. Te puedes cabrear y desatar energía en un enfrentamiento porque tu temperamento lo requiere y se trata de supervivencia o de gustos personales, pero ese genio expresado no tiene porque coincidir con un estado interno de infelicidad del individuo, no tiene porque haber ira u odio.
El dolor que provoca el sufrimiento psicológico sí que puede ser erradicado en distintos grados e incluso por completo. Ese dolor proviene de la identificación de la conciencia con los estados psicológicos, las ideas y el pensamiento. El individuo cree que el es lo que piensa y cuando esas ideas son atacadas o frustradas y no se pueden cumplir, sufre por ello. Aparece la ira y el odio. No puede ser feliz porque se siente incompleto, no alcanza aquello que cree que necesita para estar pleno. Su mente se mueve en la periferia, en el espacio de las ideas, y el creador de las mismas es olvidado. La mente está desconectada en gran parte de su raíz, del milagro del reconocimiento vivo de la consciencia.
Vibrando, continua y permanentemente está el gozo de ser. Es algo que cada uno puede comprobar ya que siempre está ahí y pertenece a tu naturaleza, a lo que eres. Ese gozo sobrepasa en calidad, forma y calado a la vulgar euforia de sentirse feliz. Puedes aprender a conectarte a ese gozo inherente de la conciencia si descubres como enfocar tu atención en él, y dejas que tu cerebro y mente desarrolle el hábito de hacerlo.
Al estado primordial de gozo se superponen todos los demás estados. Alegría-tristeza, euforia-depresión, felicidad-infelicidad, satisfacción-insatisfacción. El Arte está en aprender a experimentar directamente desde tu estado primordial y de ahí abarcar todo los demás estados inferiores. Cuando el foco está reconocido y centralizado, la intensidad del resto de estados queda eclipsada por la vibración fundamental de la conciencia, que es gozo continuo, sin interrupciones, sólo parece no estar cuando tu atención se despista. Tú te despistas, pero el siempre está ahí vibrante. Cuanto más estás con Él, más Él está contigo.
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