Pregúntatelo hoy, para variar
Desde que tiene uso de razón, comiendo y durmiendo apenas, no cesa de papelear en los archivos. Sabe que sus ancestros han perdido un documento que explica el sentido de la vida. Muere sin encontrarlo y sin haber vivido.
Jodorowsky, en esta ocasión, me invita a pensar en la misión que cada uno elige en su vida, y una vez más, me llama la atención la facilidad que tenemos los humanos para olvidarnos del “para qué” cuando perseguimos un “qué”.
La mayoría de nuestros objetivos son grandes, es posible que sea incluso el tamaño de los mismos lo que a su vez nos impida pararnos a preguntarnos para qué los queremos lograr, cómo va a ser el camino que tendremos que recorrer para alcanzarlos, qué precio tendremos que pagar.
Preguntas obligadas que sería mejor hacerse al iniciar cualquier viaje.
Lamentablemente algunos nunca se las hacen; otros empiezan a pensarlas cuando ya llevan un largo y duro trayecto recorrido; muchos sólo se acuerdan cuando ya han llegado y el precio pagado les demuestra su error.
¿Por qué vamos siempre con tanta prisa?
¿A dónde queremos llegar tan rápido?
¿Por qué tardamos tanto en aprender qué la vida no consiste en llegar antes sino en disfrutar del viaje?
Somos como niños pequeños, agarrados a nuestros pesados y valiosos trofeos, que si caemos al agua, preferimos ahogarnos a soltar nuestros premios.
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