Son muchos los problemas a los que nos tenemos que enfrentar cada día. Algunos son pequeños y los solucionamos rápidamente, pero otros nos superan, nos angustian y parecen enquistarse en nuestra cabeza, porque hagamos lo que hagamos, no podemos librarnos de ellos. El miedo a perder el trabajo, enfrentarse a un divorcio o una separación, la preocupación por el dinero si no tenemos empleo… nuestra cabeza se dedica a dar vueltas como un torbellino todo el día a las mismas ideas, normalmente siempre catastrofistas haciendo que cada vez veamos más complicada la salida a la situación.
Para evitar esto y poder librarnos de la angustia y el estrés que esto conlleva, tenemos que aprender a detener nuestro cerebro. Una de las técnicas que nos pueden ayudar a ello es la denominada distracción cognitiva.
Esta estrategia consiste en, en el momento en que notemos que volvemos a pensar sobre una determinada idea, obligar a nuestra mente a centrarse en algo distinto de esa idea. Esto lo podemos hacer de diferentes maneras:
- Fijando la atención: Para ello, debemos observar un objeto que tengamos a nuestro alcance, sea cual sea, y describirlo con el mayor detalle posible. Cuanto más minuciosa sea la descripción, más efectiva será la técnica.
- Recitar algo que hayamos memorizado: puede ser la letra de una canción, un poema, las capitales de Europa… de este modo cortaremos el pensamiento obsesivo.
- Contar hacia atrás: Podemos empezar en mil e ir bajando, 999, 998… etc. Si aun así notamos que el pensamiento vuelve, podemos hacer el ejercicio un poco más difícil y contar de tres en tres hacia atrás. De ese modo centraremos toda nuestra atención en la operación matemática.
- Hacer crucigramas o sudokus: Cualquier pasatiempo que requiera tu atención es válido para esta técnica, pero es importante que tengan un cierto nivel de dificultad para que te mantengas concentrado.
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