miércoles, 2 de mayo de 2012

LOS DOS MÍSTICOS




Se trataba de dos amigos con una gran tendencia hacia la mística.

Cada uno de ellos consiguió una parecela de terreno donde poder retirarse a meditar tranquilamente.

Uno de ellos tuvo la idea de plantar un rosal y tener rosas, pero enseguida rechazó el propósito, pensando que las rosas le originarían apego y terminarían por encadenarlo.

El otro tuvo la misma ida y plantó el rosal.

Transcurrió el tiempo.

El rosal floreció, y el hombre que lo poseía disfrutó de las rosas, meditó a través de ellas y así elevó su espíritu y se sintió unificado con la madre naturaleza. Las rosas le ayudaron a crecer interiormente, a despertar su sensiblidad y, sin embargo, nunca se apegó a ellas.

El amigo empezó a echar de menos el rosal y las hermosas rosas que ya podría tener para delitar su vida y su olfato. Y así se apegó a las rosas de su mente y, a diferencia de su amigo, creó ataduras.

El Maestro dice: A lo que tienes que renunciar es al sentido de posesividad y a la ignorancia

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