viernes, 18 de mayo de 2012

QUE HERMOSO ES ESTAR VIVO





Que hermoso es estar vivos, intensamente vivos y disfrutarlo todo desde la entraña misma de la vida.
Aspirar por ejemplo con hondura el aroma del pan recién horneado y sentirnos sembrados de trigales, de buena levadura, de manos amorosas que le dieron un sabor celestial con su dulzura.
Gozar con el saludo del vecino, con la risa infantil que pedalea sobre el viejo triciclo, con el vuelo armonioso de las aves, con la verde canción que canta el grillo o con la lluvia mansa
cuando pinta con sus pecas de hielo los cristales.
Hay demasiada muerte a nuestro lado y para derrotarla hay que seguir viviendo, gozando la palmada del sol cada mañana, y su abrazo fraterno y compañero, el viento redondeando las naranjas, el olor de churros dominguero y el ballet de palomas en los parques bajo el canto pregón de los venteros.


Disfrutar de los besos, de la música, de nuestros pasos sobre el pavimento, de poder abrazar un amigo, de gritar un te quiero, de un libro viejo y un café caliente en las noches de invierno,

y de esa fuerza inmensa de que está hecha el alma que nos ayuda a derrotar por siempre el sufrimiento.
Hay que gozarlo todo, no importa cuantos años habiten nuestros huesos.
Si son pocos, gocemos de la limpia tersura que adorna nuestro cuerpo, descubramos el mundo a cada paso desde la hormiga humilde hasta el lucero y saquemos de adentro la alegría para estrenarla a diario como un vestido nuevo.
Hay que seguir gozando de la vida aunque ese escultor llamado tiempo haya tallado en nuestro rostro arrugas o haya encorvado un poco nuestro cuerpo.
Hora es de cosechar amaneceres, de disfrutar silencios, de asombrarnos de nuevo con el mundo, de mirarnos por dentro y sabernos preñados de alegría, sin miedo a soledades ni a recuerdos.
Hay que vivir la vida a cada instante con un gozo infinito, con agradecimiento, y cual si fuera una cometa enamorada de algún pedazo azul de firmamento, soltarle su cordel para que vuele desposada por siempre con el viento, hasta encontrar un Dios para contarle, con palabras redondas de contento que fue maravilloso haber vivido con honradez, pasión y sentimiento.

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