A veces decimos que queremos igual a todos nuestros hijos y que le tratamos de la misma forma, en un intento de mostrar que somos unos padres justos. En cuanto al trato, no puede ser igual: hay diferencias de edad, de características personales y conductas. Estímulos diferentes dan lugar a respuestas distintas. En cuanto al amor, es difícil medir un sentimiento, pero seguramente cada hijo genera unos tonos, unos matices y un paisaje de amor distinto. Y que sea distinto no reduce ni aumenta el amor.
¿Acaso es mejor un paisaje de playa que de montaña? Ambos pueden ser muy bellos y difícilmente comparables.
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