Yo no creo en los preceptos porque creo en los hombre.
Miquel Martí Pol
Un santón sufí contaba, que, cuando era niño, siempre se le había considerado un inadaptado. Nadie parecía entenderle. Su propio padre le dijo en cierta ocasión:
-Samhs, no estás lo suficientemente loco para encerrarte en un manicomio, ni eres lo bastante introvertido como para meterte en un monasterio. No sé qué hacer contigo.
Él respondió con un cuento:
-Una vez pusieron a incubar a una gallina un huevo de pato. Cuando se rompió el cascarón, el patito se puso a caminar junto a la gallina madre hasta que llegaron a un estanque. El patito se fue derecho al agua, mientras que la gallina se quedaba en la orilla cloqueando angustiosamente.
Y después de narrarle el cuento prosiguió Shams:
- Pues bien, querido padre, yo me he metido en el océano y he encontrado en él mi hogar. Pero tú no puedes echarme la culpa de haberte quedado en la orilla.
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