Prácticamente desde que tenemos uso de razón empezamos a mentir. Lo hacemos desde que teníamos apenas dos años de edad, y a medida que crecíamos, nuestros inventos se hacían más espectaculares… aunque quizá no tan creíbles. En la adolescencia, más del 70% de nosotros lo hacía con frecuencia (parte de nuestra rebeldía natural propia de la edad), aún cuando nuestro cerebro, todavía en desarrollo, no había logrado “coordinar“ un sistema eficiente para mentir. En pocas palabras, era fácil descubrirnos.
De cualquier forma, ese 70% estremece a más de un padre. ¿Cómo saber realmente si nuestro hijo está mintiendo o no? Podemos asumir que efectivamente lo está haciendo, pero… ¿existirá una manera de asegurarnos?Alan Hirsh, autor del libro Cómo saber si tu adolescente miente, nos da unas claves sencillas para descubrirlo.
- El efecto Pinocho: Cuando mentimos, aumenta la presión sanguínea y segregamos histaminas, que estimulan los tejidos eréctiles de la nariz. ¿El resultado? la nariz nos pica como nunca. En su testimonio público acerca de su relación con Mónica Lewinsky, Bill Clinton se rascó la nariz no menos de 26 veces, o una vez cada cuatro minutos.
- Manos húmedas o frías: La misma reacción que provoca la picazón de la nariz, es la que produce un estrechamiento de los capilares, enfriando las manos. ¡Pero a los adolescentes no les gusta que los toquen si están mintiendo!
- Vocabulario “correcto“: Cuando están mintiendo, su vocabulario se hará (misteriosamente) más entendible de lo normal (y llamamos “normal“ a como ellos se expresan en general).
- Inclinación sospechosa: El cuerpo del mentiroso reacciona doblándose un poco hacia adelante, como diciendo una confidencia (es un reflejo inconsciente de la necesidad de “ocultar“ lo que estamos diciendo).
- Calificadores: Cuando inician una frase con palabras como “Honestamente…“, “No necesariamente“, hay que prestar atención a lo que dicen después. Es muy probable que estén encubriendo algo.
- Bloqueando la mentira: cuando estén inventando un cuento, harán todo lo posible por bloquear su boca, ya sea con un vaso de agua, tosiendo o tapándose la boca.
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