martes, 17 de diciembre de 2013

EXPERIMENTO DE LOS NIÑOS Y LOS BOMBONES



Se planteó a un grupo de niños pequeños la siguiente decisión: los dejarían solos en una sala con una bandeja que contenía un bombón para cada uno. El adulto saldría durante una hora de la habitación. Ellos podían comer, si así lo deseaban, el bombón que les correspondía pero, si no se lo comían, cuando volviera el adulto podrían comer dos bombones en lugar de uno. Algunos niños comieron inmediatamente su bombón cuando el adulto dejo la sala. Otros en cambio, utilizaron diversas estrategias para no ceder a su deseo. Jugaron, intentaron distraerse, se aguantaron. Al final, consiguieron dos bombones.

Años después, cuando se hizo el seguimiento de la evolución de los niños, se comprobó que los que aplazaron su impulso y supieron contenerse y esperar habían  tenido más éxito en el logro de sus objetivos que aquellos que no se contuvieron.

Aprender a diferir las recompensas inmediatas a favor de un bien mayor a medio o a largo plazo es importante. Es mejor prevenir y educar la frustración haciendo entender a nuestros hijos que deben ajustar sus expectativas a la realidad. Como bien decía Séneca, no debemos agravar la tozudez del mundo con nuestras propias reacciones.

Son antídotos contra las conductas violentas estos valores competencia emocionales: la paciencia, el aplazamiento del deseo, la espera, la capacidad de renunciar por un bien mayor, la canalización positiva de la ira, la asertividad, las estrategias de negociación, de pacto, y la formulación de planes alternativos. También lo son: enseñar a esperar lo inesperado, el pensamiento flexible y la capacidad de adaptación ante los cambios.

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