Aquella noche, de repente, me di cuenta de una cosa, es decir, que entre nuestra alma y nuestro cuerpo existen muchas ventanas; a través de ellas, si están abiertas, pasan las emociones.
Si están cerradas, solo se filtran a duras penas. Solo el amor las puede abrir, de par en par, todas a la vez y de repente, como una ráfaga de viento.
SUSANA TAMARO
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