jueves, 19 de diciembre de 2013

SIEMPRE TE AYUDARÉ ASÍ



A la hora del patio en un centro de reeducación para jóvenes con para jóvenes con poliomielitis, un niño de ocho años había caído al suelo y hacía esfuerzos para levantarse. El niño tenía las piernas atrofiadas por la terrible enfermedad y buscaba la mejor posición para hacer fuerza con sus brazos.

Un educador llegó allí, el niño, al verlo, dejó de esforzarse y alargó la mano diciéndole:
-¡Levántame!
Pero el educador sonriendo le respondió:
- No, Joaquín, levántate tú.
Joaquín se enfada, lloriquea, da golpes con los puños en el suelo, pero el educador no cede. Ya más calmado, y viendo que no conseguirá la ayuda que pide, el niño vuelve a intentar levantarse. Poco a poca va encontrando un punto de apoyo levantando primero la parte de atrás y apoyándose en los brazos hasta conseguir ponerse de pie. Una gran sonrisa ilumina su rostro y se acerca al educador diciéndole:
-¡Hala! No me has ayudado, ¿eh? Pero ya ves... me he levantado yo solo.
Después de un momento vuelve a decirle:
-Bueno, quizás  sí me has ayudado.
Y su educador le responde:
-Y siempre te ayudaré de esta manera.

La generosidad bien entendida es dar y hacer aquello que el otro necesita, para que no nos necesite. Lo contrario, sólo son muletas.

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