Primero descubre quién quieres ser;
luego, haz lo debas hacer.
Jean-paul Sartre
Mi vida, mi carácter y mi nombre estaban en manos de los adultos. Yo había aprendido a verme con sus ojos, yo era un niño, ese monstruo que ellos habían fabricado con sus pesares. nunca estaban a salvo de las miradas ajenas, lo que me obligaba a componer el gesto de continuo, para adelantarme a sus deseos.
Yo era aquel despliegue de virtud que les colmaba. Pero cuando estaba a solas, privado de ese andamiaje, no sabia lo que debía sentir, ni cuales eran mis preferencias. Hasta tal punto que me había identificado con el afán de gustar a los demás , que no acertaba a averiguar lo que me gustaba a mi mismo. Lejos de experimentar mis emociones, mis afectos y preferencias, me veía obligado a crearlos, a empujarlos y darles vida. Yo no era nada: solo una transparencia imborrable.
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