domingo, 15 de enero de 2012
ESCAPE DEL MURO DE BERLIN
Peter Strelzyk, era un electricista que vivía con su familia en Pößneck, una pequeña localidad de la antigua RDA (Alemania Oriental), cuando asfixiado por las carencias y las presiones comunistas pensó en hacer realidad el sueño de la mayoría de sus compatriotas oprimidos por el régimen. Decidió huir a la RFA (Alemania Occidental) con su esposa y sus dos tiernos hijos.
Peter Strelzyk
El mundo vivía la Guerra Fría y hasta septiembre de 1979, más de 500 personas habían muerto intentando cruzar el Muro de Berlín.
Miles de inconformes se atrevieron a cruzar esa muralla con diferente éxito. Las técnicas de escape variaban generalmente entre la ingenuidad del simple salto -que costó muchas vidas- y la complicada construcción de túneles subterráneos. Sin embargo siempre prevaleció la picardía y el ingenio para burlar los controles fronterizos.
En marzo de 1978 Peter Strelzyk se encontraba trabajando en la obra de un conjunto de apartamentos de su ciudad cuando decidió compartir sus secretas intenciones con Günther Wetzel, un compañero albañil quién estuvo dispuesto a ayudarlo desinteresadamente en los preparativos.
Peter había escuchado inverosímiles historias de fugas frustradas, por lo que pensó que el cielo era la única salida. Ya estaba decidido, sería una fuga en globo. Había que poner manos a la obra.
Muro de Berlín
Los cálculos del tamaño de la aeronave fueron sencillos. Para elevar a 4 personas eran necesarios 2.800 metros cúbicos de aire caliente y, con ello, unos 850 m2 de tela que lo atrapase.
Lo difícil fue recolectar el material necesario en una economía de escasez. Recogieron todo tipo de telas, cortinas, sábanas, manteles y con parte de los ahorros de toda una vida compraron los 490 metros cuadrados de tela que les faltaban, con la excusa de fabricar unos toldos para el club social al que pertenecían.
Para el combustible del globo utilizaron bombonas de propano previamente modificadas. Peter transformó un antiguo barómetro en altímetro para calcular la altura de elevación.
Doris, esposa de Peter
La construcción de la aeronave fue en medio de noches de insomnio y miedo. La mujer de Peter -Doris- y sus hijos -Frank y Fitscher- se turnaban en el sótano para coser y levantar la estructura de la canastilla de la nave; una base ligera de madera y varilla solo forrado con una simple tela. En mayo de 1978 ya estaba listo el globo. Sólo había que esperar pacientemente que apareciese viento suficiente.
Llegó el día. El 3 de julio de 1978, las radios anunciaron viento del norte. Peter y su familia fueron de madrugada a la localidad de Lobenstein a 7 kilómetros de la frontera. El globo se elevó hasta los 1.900 metros durante casi 25 minutos pero el cambio de presiones y la humedad de una nube baja aumentaron el peso de la tela provocando el descenso apresurado hasta que la nave se enganchó en un abeto. El vuelo se había frustrado, afortunadamente, sin incidentes.
Desmoralizado Peter por el fracaso, pensó en aumentar el tamaño del globo para no volver a fallar. La familia de Günther Wetzel (Petra e hijos) colaboraron esta vez en el nuevo proyecto a cambio de sitio en el globo (8 personas ahora). Pasaron a los 4.000 metros cúbicos de aire de cálculo y una envergadura final de casi 25 metros; el doble de la primera versión. Para ello tuvieron que recolectar más tela y nylon. Empeñaron todo lo que tenían y compraron tela en pequeñas y en distintos almacenes para no levantar sospechas.
Las dos familias
Más de 6.000 metros de nylon se convirtieron en 2.500 metros de tela cosida terminado en tan solo 8 días. Mientras tanto, la policía les pisaba los talones puesto que habían encontrado el viejo globo enganchado en el abeto y estaban investigando su procedencia. Los vientos de otoño se hacían más débiles, el tiempo apremiaba.
Con jornadas de 24 horas seguidas cosiendo, terminan en tiempo récord. El 17 de septiembre los vientos del norte aparecen anunciando una tormenta eléctrica, pero a pesar del peligro no podían esperar más. Pusieron en su viejo auto Wartburg los 175 Kg. de tela y se pusieron rumbo a las colinas de Lobenstein.
Peter encendió los quemadores de propano. Mientras una llama de casi 12 metros calentaba el aire del globo, el ventilador reciclado de una pequeña motocicleta distribuía ese mismo aire por el interior de las lonas. Todo estaba listo.
Ruta que siguió el globo
Afortunadamente los cálculos, esta vez, fueron suficientes. El globo se elevó con los 4 adultos y 4 niños hasta los 2.500 metros mientras duró el propano. Cuando este se terminó, poco a poco, fue descendiendo hasta alcanzar una pequeña colina en la ciudad de Naila, al otro lado de la frontera.
Sin saber donde aterrizaron, ni siquiera con la certeza de haber tenido éxito, desembarcaron en busqueda de señales positivas. Permanecieron escondidos varias horas en un granero cercano. Luego de un tiempo divisaron una patrulla de policía y cuando distinguieron la marca del coche -Audi- tuvieron la certeza de que se trataba de un destacamento de la Alemania occidental. Estaban a salvo y en el lado correcto.
Todos con su nueva documentación
La Cruz Roja de Baviera y la alcaldía los acogió hasta que ambas familias encontraron trabajo y hogar.
“No estamos huyendo a occidente para comer mejor. Huimos porque hemos soñado siempre con poder disfrutar de la libertad que nos privó el comunismo”
La trascendencia de esta increíble fuga significó un duro golpe a la imagen infranqueable que tenía la famosa frontera política.
El vuelo de los Strelzyk significó el comienzo de lo que sería la caída del "Muro de la vergüenza" pocos años después.
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