domingo, 6 de noviembre de 2011

SER AMIGO ES HACER AL AMIGO TODO EL BIEN


Nos quejamos de que en nuestro mundo ya nadie sabe ser amigo. Puede ser, pero más bien nos toca quejarnos de que ¡nosotros no sabemos ser amigos! Y, si eso es cierto, está a nuestro alcance remediarlo.
La amistad no es otra cosa que el cariño que sentimos hacia una persona y que hace que procuremos su bien. Hay amistades naturales, como las que surgen de los lazos familiares, y que son fáciles de cultivar, aunque a veces las descuidamos mucho por el egoísmo siempre presente en nuestras acciones; hay también otras amistades a las que podríamos llamar “obligadas”, que son las que surgen del compañerismo en la escuela o el trabajo, o por la vecindad, o por el trato frecuente dictado por las necesidades de la vida. Todas esas son buenas amistades y se siente cariño por ellas. Es nuestro círculo de amigos.
Finalmente, hay otra amistad muy especial con alguna o algunas personas, no muchas, con las que nos identificamos tan plenamente que a veces hasta decimos de ellos que son “mi otro yo”. Con ellos nos sentimos a gusto y nos comprendemos perfectamente.
¿Se puede definir esa amistad? Yo pienso que no, simplemente esa amistad se vive. Esos amigos, muchas veces no encajan en las definiciones dictadas por el romanticismo porque son seres comunes y corrientes, llenos de defectos humanos que, sin embargo, no impiden esa comunicación tan especial entre dos personas que se quieren. Si los queremos, ellos son nuestros amigos; si además, ellos nos quieren, a lo mejor, son nuestros mejores amigos.

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