miércoles, 19 de febrero de 2014

PUENTES QUE UNEN, MUROS QUE AISLAN



Querido Hijo:

Todo el día, desde que amanece, tu ceño está fruncido. Tu boca está siempre lista para criticar y tu mirada se ha vuelto tan dura que tus hijos te tienen miedo y tu llegada no causa alegría sino pesar en tu hogar.
Siéntate a escucharme. Quiero decirte qué es lo que trae ira a tu vida. Quiero señalarte cuál es el problema para que puedas poner un remedio. Empecemos por tu actitud. Tu tienes actitud de guerra. ¿Sabes por qué lo digo? Porque ante las cosas que pasan en tu vida, tu puedes reaccionar con una actitud de guerra o una actitud de paz. Tú puedes convertir cualquier motivo en un campo de batalla o puedes convertir, ese mismo motivo, en un lazo de unión.
Tu actitud es decisiva porque es como un espejo a través del cual ves el camino a seguir. Si tu actitud oscura y estrecha, los caminos que encuentres van a ser igualmente oscuros y estrechos. Si tu actitud es amplia y abierta, encontrarás no uno sino muchos caminos por los que puedes acercarte y reunirte con los que te rodean.
Si tu cambias tu actitud y pones en ella buena voluntad, servicio y tolerancia, encontrarás que puedes construir puentes de unión. Porque ahora, lo único que estás construyendo son muros de aislamiento y al final, te quedarás solo.
No esperes a que los demás se vayan; no dejes que los que te rodean te sigan huyendo. Empieza desde ya a establecer lazos de unión. Ante cualquier situación pregúntate: ¿Cómo puedo establecer un puente, derribar un muro?. Porque la ira es un velo que nubla el entendimiento y la buena voluntad es un limpiador de entendimientos y aclarador de verdades.
Después de todo, el primero que saldrá ganando al construir puentes eres tú porque los muros aíslan y matan la comunicación, pero los puentes comunican, unen y funcionan en dos direcciones: de ida y de vuelta. En otras palabras que lo que tú envíes hacia los demás a través de los puentes que construyas, te regresará con la misma buena voluntad y el mismo empeño de servicio que le pongas.
Sólo tienes esta vida para vivirla del modo que decidas. Tú eres el constructor de tu propio destino. Así que empieza ahora mismo a derribar muros y a construir puentes. Un día vas a voltear el rostro y vas a ver que tu vida ha dejado de ser una estrecha celda de rencor para convertirse en una amplia avenida por donde circulan muchas sonrisas, abrazos y caras felices.

Tu padre que te ama, Dios.

Por: Por Sylvia Carlock

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