jueves, 27 de febrero de 2014

EL MAESTRO PERFECTO



Cuentan que cierto hombre decidió que tenía que buscar al maestro perfecto. Leyó muchos libros, visitó sabio tras sabio, escuchó, conversó y observó sus prácticas espirituales, pero siempre acababa dudando o sin estar seguro.

Transcurieron viente años hasta que encontró a un hombre del que cada palabra y cada acción correspondía a su idea del hombre totalmente realizado.
El viajero no perdió el tiempo.
- Tú – le dijo – me parece el maestro perfecto.
- Si lo eres, mi búsqueda ha terminado.
- Así es, se me describe con este nombre – replicó el maestro.
- Entonces, te ruego que me aceptes como discípulo tuyo.
- No puedo hacer eso – contestó el maestro – porque mientras que desees el maestro perfecto, él, a su vez, requiere sólo aquel que es el discípulo perfecto.

Maestro: no hace falta buscar al maestro perfecto, nuestros maestros se encuentran por todos los lados. La gran sabiduría consiste en ser capaz de escuchar las enseñanzas de cada día y en saber vivir el aquí y ahora.

INCREIBLE


Increíble, cuento de David Fischman


Cuentan que una pareja le puso “Increíble” de nombre a su hijo, pues tenían la certeza que haría cosas increíbles en la vida.
Pero Increíble tuvo una vida tranquila, se casó y vivió fiel a su esposa sesenta años. Sus amigos lo molestaban porque su vida no concordaba con su nombre. Antes de morir, Increíble le pidió a su esposa que no colocara su nombre en su lápida ya que no quería escuchar las burlas de sus amigos desde el cielo.
Cuando murió, su mujer, obedeciendo el pedido de su esposo, puso sencillamente en la lápida: “Aquí yace un hombre que le fue fiel a su mujer durante sesenta años”.
Paradójicamente, cuando la gente pasaba por el cementerio y leía la lápida decía: “¡Increíble!”

miércoles, 26 de febrero de 2014

EL BILLETE DE 100 EUROS


Juan y Antonio, dos amigos, toman un café en un bar. Antonio que está pasando por un mal momento, descarga en Juan sus angustias.



Tiene deudas importantes, está mal en el trabajo, la relación con su pareja está en una profunda crisis. Todo parece estar mal en su vida. Juan escuchando tranquilamente a su amigo, saca un billete de 100 euros de su cartera y dice:
- Antonio, ¿quieres este billete?
Antonio, un poco confundido al principio, inmediatamente le dice:
- Claro que lo quiero, Juan. Son 100 euros, ¿quién no los quiere?
Entonces Juan coge el billete en una de sus manos y lo arrugue hasta hacerlo una pequeña pelota. Enseñando la macerada pelotita verde al Antonio, vuelve a preguntarle:
- Y ahora, ¿todavía lo quieres?
- Juan, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 euros. Está claro que los acepto si me los das.
Entonces Juan despliega el arrugado billete, lo tira al suelo y lo pisa con su pie. Ahora está sucio y marcado.
- ¿Lo sigues queriendo?
- Mira Juan, sigo sin entender que quieres. Este es un billete de 100 euros y mientras no lo rompas conserva su valor.
- ¡Bien! Antonio, tienes que saber que aunque a veces las cosas no salgan como quieres, aunque la vida te golpee, sigues siendo único y especial y no pierdes nunca tu valor, tal como este billete de 100 euros.
Antonio quedó mirando a Juan sin acertar a decir ninguna palabra mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en él. Juan coge el arrugado billete y con una sonrisa cómplice agregue:
- Toma, consérvalo porque te recuerdes de esto cuando te sientas mal. Pero me debes un billete nuevo de 100 euros. ¡Para poderlo usar con el próximo amigo que lo necesite!
Juan finalmente se despide de Antonio con un abrazo y sale del bar dejando a Antonio a solas. Antonio vuelve a mirar el billete arrugado y sucio. Sonríe y lo guarda en su cartera. Con una renovada energía avisa al camarero para pagar la cuenta.

Fuente: autor desconocido

martes, 25 de febrero de 2014

SOBRE LA ARENA








Dijo un hombre a otro:
- Con la marea alta, hace mucho tiempo, escribí con mi cayado unas líneas en la arena.
- Y la gente aún se detiene para leerlas y cuida mucho de que no se borren.
Y el otro hombre dijo:
- Yo también escribí unas líneas en la arena, pero lo hice durante la marea baja.
- Y las olas del inmenso mar las borraron y breve fue su vida.
- Pero dime; ¿qué fue lo que tú escribiste?
Y el primer hombre respondió:
- Escribí: Soy lo que soy.
- ¿Y tú, qué escribiste?
Y el otro hombre dijo:
- Escribí esto: Soy sólo una gota de este mar inmenso.

lunes, 24 de febrero de 2014

LA MUJER PERFECTA



Nasrudín conversaba con sus amigos en la casa de té y les contaba como había emprendido un largo viaje para encontrar a la mujer perfecta con quién casarse. Les decía:
- Viajé a Bagdad, después de un tiempo encontré a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta de una gran personalidad.

Dijeron sus amigos:
- ¿Por qué no te casaste con ella?

- No era completa, -respondió Nasrudín-, después fui a El Cairo, allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa; hermosa, sensible, delicada, cariñosa.

- ¿Por qué no te casaste con ella?, dijeron los amigos.

- No era completa -respondió nuevamente Nasrudín-, entonces me fui a Samarcanda allí por fin encontré a las mujer de mis sueños; ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.

- ¿Por qué no te casaste con ella? -insistieron sus amigos.

- Pues saben por qué, ella también buscaba a un hombre perfecto.

Maestro: Al aceptar que eres perfecto, al aceptar que todos somos perfectos tal como somos … ya no habrá necesidad de buscar la perfección lejos.

EL ECO: UNA ENSEÑANZA





Un hijo y su padre estaban caminando en las montañas.
De pronto el hijo se cae, se lastima y grita: "Ahhhh"
Para su sorpresa, oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: "Ahhhh!"
Con curiosidad, el niño grita: "¿Quién está ahí?"
Y escucha: " ¿Quién está ahí? "
Enojado con la respuesta, el niño grita: "Cobarde".
Y recibe de respuesta: "Cobarde".
El niño mira a su padre y le pregunta: "¿Qué sucede?"
El padre le contesta: "Presta atención hijo".
Y grita: "¡Te admiro!".
Y la voz responde: "¡Te admiro!
"¡Eres un campeón!"
"¡Eres un campeón!"
Y el padre le explica: "La gente lo llama ECO", pero,
en realidad, es la VIDA...........que te devuelve todo lo que haces.
Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones.
Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor.
Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.
Si quieres una sonrisa en el alma, dirige una sonrisa al alma de los que conoces.
Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida.
La vida te dará de regreso... exactamente aquello que tú le has dado.
Tu vida, no es una coincidencia, es un reflejo de ti.
Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa bien lo que estás dando!!".

sábado, 22 de febrero de 2014

ABRAMOS LAS VENTANAS...




Es muy placentero abrir las ventanas.... para ver un día soleado, para aspirar el aire, para disfrutar del paisaje que nos rodea, para ver una noche estrellada...

Pongámonos por un momento fuera de nosotros, y animémonos a abrir la ventana que mira hacia nuestro interior... hacia lo más profundo de nuestro Ser.

Descubramos ese Sol luminoso, eterno, inconsumible....dejemos que su luz todo lo cubra.

Respiremos el Amor que está presente en nosotros.... dejémoslo salir, compartiéndolo con todo y con todos.

Formemos un puente que nos permita mantener estas ventanas abiertas. Para crear una eterna comunión entre lo exterior y lo interior.

Así aprenderemos a reconocer hasta en la más ínfima gota de rocío, hasta en el más leve soplar del viento....

jueves, 20 de febrero de 2014

UN HOMBRE, SU CABALLO Y SU PERRO



Un hombre, su caballo y su perro andaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta de que los tres habían muerto en un accidente.
Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición. La caminata era muy larga, cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que desde una garita cuidaba de la entrada.
-Buen día -dijo el caminante-.
-Buen día -respondió el hombre-.
-¿Qué lugar es este, tan lindo? -preguntó el caminante-.
-Esto es el cielo -fue la respuesta-.
-¡Qué bien que hemos llegado al cielo!, tenemos con mucha sed –dijo el caminante-.
-Usted puede entrar a beber agua a voluntad -dijo el guardián, indicándole la fuente-.
-Mi caballo y mi perro también tienen sed.
-Lo lamento mucho -le dijo el guarda-. Aquí no se permite la entrada de animales.
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Mas él no bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su camino. Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semiabierto. El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que dormía.
-Buen día -dijo el caminante-.
-Buen día -respondió el hombre-.
-Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.
- Hay una fuente en aquellas piedras -dijo el hombre indicando el lugar-. Pueden beber a voluntad.
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.
-Muchas gracias -dijo el caminante al salir-.
-Vuelvan cuando quieran -respondió el hombre-.
-A propósito -dijo el caminante-, ¿cuál es el nombre de este lugar?
-Cielo -respondió el hombre-.
-¿Cielo? ¡Pero si el guardián del portón de mármol me dijo que allí era el cielo!
-Aquello no es el cielo, aquello es el infierno.
-Entonces -dijo el caminante-, esa información falsa debe causar grandes confusiones.
-De ninguna manera -respondió el hombre-. En verdad ellos nos hacen un gran favor, porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

miércoles, 19 de febrero de 2014

PUENTES QUE UNEN, MUROS QUE AISLAN



Querido Hijo:

Todo el día, desde que amanece, tu ceño está fruncido. Tu boca está siempre lista para criticar y tu mirada se ha vuelto tan dura que tus hijos te tienen miedo y tu llegada no causa alegría sino pesar en tu hogar.
Siéntate a escucharme. Quiero decirte qué es lo que trae ira a tu vida. Quiero señalarte cuál es el problema para que puedas poner un remedio. Empecemos por tu actitud. Tu tienes actitud de guerra. ¿Sabes por qué lo digo? Porque ante las cosas que pasan en tu vida, tu puedes reaccionar con una actitud de guerra o una actitud de paz. Tú puedes convertir cualquier motivo en un campo de batalla o puedes convertir, ese mismo motivo, en un lazo de unión.
Tu actitud es decisiva porque es como un espejo a través del cual ves el camino a seguir. Si tu actitud oscura y estrecha, los caminos que encuentres van a ser igualmente oscuros y estrechos. Si tu actitud es amplia y abierta, encontrarás no uno sino muchos caminos por los que puedes acercarte y reunirte con los que te rodean.
Si tu cambias tu actitud y pones en ella buena voluntad, servicio y tolerancia, encontrarás que puedes construir puentes de unión. Porque ahora, lo único que estás construyendo son muros de aislamiento y al final, te quedarás solo.
No esperes a que los demás se vayan; no dejes que los que te rodean te sigan huyendo. Empieza desde ya a establecer lazos de unión. Ante cualquier situación pregúntate: ¿Cómo puedo establecer un puente, derribar un muro?. Porque la ira es un velo que nubla el entendimiento y la buena voluntad es un limpiador de entendimientos y aclarador de verdades.
Después de todo, el primero que saldrá ganando al construir puentes eres tú porque los muros aíslan y matan la comunicación, pero los puentes comunican, unen y funcionan en dos direcciones: de ida y de vuelta. En otras palabras que lo que tú envíes hacia los demás a través de los puentes que construyas, te regresará con la misma buena voluntad y el mismo empeño de servicio que le pongas.
Sólo tienes esta vida para vivirla del modo que decidas. Tú eres el constructor de tu propio destino. Así que empieza ahora mismo a derribar muros y a construir puentes. Un día vas a voltear el rostro y vas a ver que tu vida ha dejado de ser una estrecha celda de rencor para convertirse en una amplia avenida por donde circulan muchas sonrisas, abrazos y caras felices.

Tu padre que te ama, Dios.

Por: Por Sylvia Carlock

lunes, 17 de febrero de 2014

CREDO DEL AMIGO


CREO en el desinterés del Sentimiento de la Amistad.
CREO que éste, caracteriza mi forma de vida.
CREO que es un deber tener Amigos.
CREO que para tener amigos, debo ser yo, primero amigo. 
CREO que no es posible ser amigo de todos. 
CREO que puedo tener hacia todos, actitudes amistosas. 
CREO que la amistad tiene grados. 
CREO que mis amigos se aproximan, cuando yo me acerco a ellos. 
CREO que la amistad puede pacificar naciones. 
CREO que entre amigos no se admite la complicidad ni el pandillismo. 
CREO que “amigo” no es necesariamente el que da dinero. 
CREO que mis amigos necesitan mi presencia y yo la de ellos. 
CREO que se puede vivir, teniendo un amigo por toda riqueza. 
CREO que yo solo no puedo cambiar el mundo. 
CREO que con mis amigos, puedo alegrar y embellecer la vida 
CREO en la virtud, en la alegría, en la pureza, en la paz y 

CREO en vos, AMIGO o AMIGA MIA. 

Autor: Dr. Enrique E. Febbraro

ENSEÑARLES A TOMAR DECISIONES



Si pueden preguntar, quizás estén también listos para encontrar las respuestas. Si pueden hablar, es mejor callar nosotros y dejarles hablar a ellos. Si puedes razonar, ¿qué mejor manera de entrenarles permitiendo que tomen las decisiones que ya pueden tomar? Podemos animarles a ponerse a prueba a elegir el camino que les va hacer crecer: ¡ Tú mismo!: Seguro que lo harás bien; Haz lo mejor que puedas: ¿ A ti qué te parece? Lo importante es que lo consigas tú mismo. Preguntales mucho: ¿Por qué? ¿Cómo lo ves tú? ¿Qué crees que pasaría si...? ¿Qué prefieres? ¿Qué idea tienes? ¿Cuál es tu propuesta?

viernes, 14 de febrero de 2014

EL AMOR PUEDE HACER MILAGROS




Un hombre trabajando en los muros de su casa, encontró un espacio hueco entre las paredes de madera.
Mientras el hombre echaba abajo los muros de su casa, se dio cuenta de que allí había una lagartija inmóvil, porque un clavo, desde fuera, le había atravesado una de sus patitas y la había hecho permanecer fija en la pared.
El dueño de la casa, viendo esto, sintió piedad y curiosidad, al mismo tiempo. Cuando estudió el clavo, se dio cuenta que había sido clavado hacía diez años, cuando la casa fue construída. Esto lo hizo pensar... ¿Qué habría ocurrido entonces?
Pareciera que la lagartija había sobrevivido en esa posición durante diez años. Es muy extraño que estuviera en un oscuro muro en esa posición durante diez años sin moverse. ¡Prácticamente imposible, inimaginable!
Entonces, el hombre se preguntó cómo esta lagartija, con su patita clavada allí desde entonces, habría podido sobrevivir durante diez años sin dar un solo paso. Así que, paró de trabajar y observó a la lagartija durante un rato, preguntándose qué podría haber hecho, y cómo ella habría conseguido alimentarse.
Más tarde, sin saber de dónde venía, apareció otra lagartija, con alimento en su boca.
El hombre quedó aturdido y emocionado al mismo tiempo. ¡Otra lagartija la había estado alimentando durante los diez años que había permanecido clavada en la pared...!
Una lagartija fue alimentada por otra, incansablemente, durante diez largos años, sin perder la esperanza en su compañera.
¡Esto era Amor!¡Tanto amor, un amor tan precioso!Tanto amor ha tenido esta pequeña criatura...¿Qué no puede lograr el amor?¡Puede hacer maravillas!¡Puede hacer milagros!
Si una criatura tan pequeñita como una lagartija puede amar así... Imagínate cómo podríamos nosotros amar si lo intentamos... Imagínate lo que podríamos lograr por otros y por nosotros mismos, si amáramos así!!!
A veces sentimos que lo que hacemos es una gota de agua en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.

jueves, 13 de febrero de 2014

SENTENCIAS EDUCATIVAS



Si un niño vive CRITICADO
aprende a CONDENAR

Si un niño vive con HOSTILIDAD
aprende a PELEAR

Si un niño vive AVERGONZADO
aprende a sentirse CULPABLE

Si un niño vive con TOLERANCIA,
aprende a ser TOLERANTE

Di un niño vive con ESTÍMULO
aprende a CONFIAR.

Si un niño vive  APRECIADO
aprende a APRECIAR.

Si un niño vive con EQUIDAD,
aprende a ser JUSTO.

Si un niño vive con SEGURIDAD,
 aprende a TENER FE.

Si un niño vive con  APROBACIÓN,
aprende a QUERERSE.

Si un niño vive con  ACEPTACIÓN Y AMISTAD,
aprende a hallar AMOR EN EL MUNDO.

PERLAS DE SABIDURÍA




Había una vez en el lejano Oriente un hombre considerado muy sabio. Un joven viajero decidió visitarle para aprender de él.
-Maestro, me gustaría saber cómo llegar a ser tan sabio como usted...
-Es realmente sencillo, -le dijo- yo solo me dedico a descubrir perlas de sabiduría. ¿Ves aquel gran baúl de perlas?
-Sí.
-Son todas las que he acumulado durante mi vida.
-Sí pero... ¿dónde puedo encontrarlas?
-Están en todas partes. Es cuestión de aprender a discernirlas. La sabiduría siempre está preparada para
quien esté dispuesto a tomarla. Es como una planta que nace dentro del hombre, evoluciona dentro de él, se nutre de otros hombres y da frutos que alimentan a otros hombres.
-Aaahhhhh, ya, ya.... Lo que me está diciendo es que tengo que ir descubriendo lo que hay de sabio en cada
persona para crear mi propia sabiduría y compartirla con los demás...
En aquel momento, las palabras de aquel joven parecía como si se fueran formando una pequeña nube de vapor de agua que se condensaba hasta solidificarse en una pequeña perla. Inmediatamente el maestro la recogió para ponerla junto al resto de perlas.
El maestro le dijo:
-Realmente, mi única sabiduría es recopilar estas perlas para después saber utilizarlas en el momento oportuno.



miércoles, 12 de febrero de 2014

CRUZANDO EL RÍO



Un anciano maestro zen y dos discípulos andaban en paz y silencio por un largo camino. Hacia el mediodía llegaron a un río y vieron a una chica muy guapa sentada tranquilamente con los pies puestos en el agua. La chica contemplaba receptiva y seductora a los tres caminantes.
Los dos discípulos empezaron a mostrarse nerviosos ante tanta belleza. Los dos quedaron embelesados por el atractivo radiante del cuerpo de la chica y por la brillantez de su mirada. Poco a poco se fueron acercando, dejando al maestro en un segundo plano. 
Ella, con actitud seductora, les miró y les dijo:
-¿Quién de los dos podría ayudarme a cruzar el río?...
Los dos muchachos se miraron y dirigieron un gesto interrogando al maestro que observaba lo que estaba pasando. El maestro lanzó una mirada profunda a cada uno de ellos sin decir nada. Después de un largo y tenso minuto de dudas, uno de los discípulos avanzó, y cogiendo a la mujer en brazos, la ayudó a cruzar el río entre sonrisas, caricias y mucha complicidad.
Una vez llegaron al otro lado del río se dieron un beso tierno y se despidieron sin dejar de mirarse. El joven se dio media vuelta y continuó el camino con el otro discípulo y el maestro.
El discípulo que se había quedado junto al maestro no dejaba de lanzar interrogadoras miradas al silencioso e impasible anciano que solo observaba. Pasaban las horas mientras avanzaban silenciosos por las montañas y valles. El discípulo que no había cruzado el río junto a la muchacha, realmente lo estaba pasando muy mal. Pero no decía nada.
Por la noche, cuando llegaron a casa, sus movimientos delataban su estado interno: se quemaba con el fuego que encendía, se le caía el vaso de agua que sostenía entre sus manos, tropezaba con la raíz de un árbol del jardín... Su mirada siempre encontraba el rostro impasible y ecuánime del anciano, que lo observaba sin emitir juicio ni palabra. 
Tres días después, la tensión llegó a ser tan dura, que el chico se dirigió hacia el maestro y le dijo con rabia: 
-¿Por qué no le has dicho nada a mi hermano, que rompiendo las reglas de la sobriedad ha encendido el fuego del erotismo con aquella chica del río?, ¡¿por qué?!, ¡¿por qué no le has dicho nada?!... ¡¡Y no me digas que la respuesta está en mi interior porque ya no puedo escuchar ni ver nada con claridad!!, ¡necesito entender!, dame una respuesta, por favor.
El anciano, dedicándole una mirada integral de rigor y benevolencia, le respondió con serenidad y contundencia:
-Tu hermano ha tomada la mano de aquella mujer a un lado del río, y la ha soltado cuando ha llegado al otro lado. Tú has tomado la mano de aquella mujer a un lado del río, y aún no la has soltado.

EL EMBUSTERO



Había una vez, un hombre muy enfermo y sin recursos, que desesperado se comprometió a sacrificar la cantidad de cien bueyes a los dioses, si estos le ayudaban a curarse completamente.
Los dioses, a los que siempre les gusta probar a los mortales, decidieron ayudarle y comprobar si era cierto lo que el hombre decía.
Recuperado por completo de sus dolencias y al no tener los animales, ni el suficiente dinero para darles la ofrenda prometida a sus benefactores, fabricó cien bueyes de sebo y los llevó al templo para que fueran sacrificados.
-Oh Dioses, aquí tenéis lo que os había prometido.
Al verse engañados, trazaron un plan para darle una buena lección a este hombre tan embustero. Mientras dormía, se introdujeron en uno de sus sueños, mostrándole una gran bolsa con mil monedad de plata en una playa cercana.
Extasiado ante esa enorme fortuna, se despertó inmediatamente, dirigiéndose todo lo rápido que pudo hasta la playa. Allí, no solo no encontró ninguna bolsa, sino que además fue capturado por unos piratas, que lo vendieron como esclavo en la ciudad más cercana, obteniendo por su venta mil monedas de plata.
Moraleja: aquel que engaña a la personas, siempre acaba siendo engañado.

lunes, 10 de febrero de 2014

EL BURRITO DESCONTENTO



Había una vez, en un frío día de invierno, un Burrito al que tanto la estación, como la comida que su dueño le daba, desagradaban profundamente. Cansado de comer insípida y seca paja, anhelaba con todas sus fuerzas, la llegada de la primavera para poder comer la hierba fresca que crecía en el prado.

Entre suspiros y deseos, llegó la tan esperada primavera para el Burrito, en la que poco pudo disfrutar de la hierba, ya que su dueño comenzó a segarla y recolectarla para alimentar a sus animales. ¿Quién cargo con ella? El risueño burro, al que tanto trabajo hizo comenzar a odiar la primavera y esperar con ansia al verano.

Pero, el verano tampoco mejoró su suerte, ya que le tocó cargar con las mieses y los frutos de la cosecha hasta casa, sudando terriblemente y abrasando su piel con el sol. Algo que le hizo volver a contar los días para la llegada del otoño, que esperaba que fuera más relajado.

Llegó al fin el otoño y con él, mucho más trabajo para el Burrito, ya que en esta época del año, toca recolectar la uva y otros muchos frutos del huerto, que tuvo que cargar sin descanso hasta su hogar.

Cuando por fin llegó el invierno, descubrió que era la mejor estación del año, puesto que no debía trabajar y podía comer y dormir tanto como quisieran, sin que nadie le molestara. Así fue, como recordando lo tonto que había sido, se dio cuenta de que para ser feliz, tan solo es necesario conformarse con lo que uno tiene.

EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIEN ERA



Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales,... Todo era alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.
-No sé quién soy... -se lamentaba-.
-Te falta concentración... -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas manzanas buenísimas... ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas...
-No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!
Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás, cada vez se sentía más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la desesperación del árbol exclamó:
-No te preocupes. Tu problema no es tan grave... Tu problema es el mismo que el de muchísimos seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior...
¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?... -se preguntaba el árbol angustiado y desesperado-. Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos conceptos.
Finalmente un día llego a comprender. Cerró los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su voz interior susurrándole:
"Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien eres!, ¡sé quien eres!..."
Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Solo entonces el jardín fue completamente feliz. Cada cual celebrándose a sí mismo.

domingo, 9 de febrero de 2014

PERSONA NON GRATA



En un vuelo de British Airways entre Johanesburgo y Londres, una señora blanca de unos cincuenta anos se sienta al lado de un negro. Llama a la azafata para quejarse:
- Cuál es el problema, señora?
- pregunta la azafata.
- Pero no lo ve?
- responde la señora
- Me colocó al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Deme otro asiento.
- Por favor, cálmese. -dice la azafata- Casi todos los lugares de este vuelo están tomados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera
. La azafata se apura y vuelve unos minutos después.
- Señora -explica la azafata- como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. Hablé con el comandante y me confirmó que tampoco hay lugar en ejecutiva.
Pero sí tenemos un lugar en primera clase. Antes que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó.
- Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias, el comandante consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona tan execrable...
Y, diciendo eso, la azafata mira al negro y dice:
- Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado.
Y todos los pasajeros alrededor, que presenciaron la escena, se levantaron y aplaudieron por la actitud de la compañía.

LA MEDIA COBIJA



Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna. 
A los 70 años Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió por primera vez en su vida pedirle un favor a su hijo. 
Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia. 
- ¡Hola papá! ¡Qué milagro que vienes por aquí! 
- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además estoy cansado y viejo. 
- Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa. 
- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? ¡me siento tan solo! 
- ¿Quedarte a vivir aquí?, sí... claro... pero no se si estarías a gusto. Tú sabes, la casa es chica, mi esposa es muy especial...y luego los niños.. 
- Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano.
- No padre no es eso, sólo que... no se me ocurre dónde podrías dormir. No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían... o sólo que no te moleste dormir en el patio... 
- ¿Dormir en el patio? Está bien. 
El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de 12 años: 
- Dime papá. 
- Mira hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Tráele una cobija para que se cubra en la noche. 
- Sí, con gusto papá... ¿y dónde va a dormir? 
- En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa. 
Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos partes. 
En ese momento llegó su padre: 
- ¿Qué haces Luis? ¿Por qué cortas la manta de tu abuelo? 
- Sabes papá, estaba pensando... 
- ¿Pensando qué? 
- En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas viejo y vayas a vivir a mi casa.

sábado, 8 de febrero de 2014

LA CHIMENEA



Un joven que había estudiado lógica, acudió a un rabino y solicitó ser instruido en Talmud. 
"¿Lógica?" - preguntó el rabino - "dudo que eso sea suficiente para estudiar Talmud, pero te tomaré una prueba. Supongamos que dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?" 
"Eso es fácil, el de la cara sucia" - respondió el estudiante 
"Incorrecto" - dijo el rabino - "el de la cara limpia. Veamos: el de la cara sucia mira al de la limpia y piensa que su cara también está limpia. El de la cara limpia mira al de la sucia y piensa que su cara está sucia, así que él se lava la cara." 
"No pensé en eso" - admitió el joven - "deme otra oportunidad". 
"Volvamos a empezar. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?" - Planteó el rabino. 
"Recién hemos respondido, aquel con la cara limpia" - contestó el estudiante. 
"No. Ambos se lavan la cara - dijo el rabino - Aquel con la cara sucia mira al de la limpia y piensa que su cara está limpia también. Pero el de la cara limpia mira al de la sucia, y piensa que su cara también lo está, entonces se lava. Cuando el de la cara sucia ve que el de la limpia lava su cara, él también se lava. Por lo tanto ambos lavan su cara". 
"No me di cuenta de esa alternativa" - expresó el joven - "deme otra oportunidad". 
"Está bien. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?" - Preguntó el rabino. 
"Ambos lavan su cara" - respondió con énfasis el estudiante. 
"No. Ninguno de los dos". - Dijo el rabino - "Aquel con la cara sucia mira al de la limpia y piensa que la suya también lo está. El de la cara limpia mira al de la sucia, y piensa que su cara también está sucia. Pero cuando él ve que el hombre de la cara sucia no se lava, él tampoco se lava. Por lo tanto ninguno se lava." 
"Una última oportunidad y le demostraré que puedo estudiar Talmud" - pidió el joven. 
"Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?" - Volvió a plantear el rabino. 
"Ninguno" - exclamó triunfalmente el estudiante. 
"¿Ves ahora por que la lógica no es suficiente para estudiar Talmud? ¿Cómo es posible que dos hombres que bajan por la misma chimenea, uno salga con la cara sucia y otra con la cara limpia? ¿No ves que la pregunta es tonta? Y si intentas contestar preguntas tontas, tu respuesta será tonta. Así que aprende algo más de lógica antes de que intentes estudiar el Talmud." - Sugirió el rabino.

LA MIRADA DEL AMOR





El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el 
rey había hecho su última esposa. 
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar 
que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de 
usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina 
subió al carruaje y corrió junto a su madre. 
A su regreso, el rey fue informado de la situación. 
-¿No es maravillosa?-dijo-Esto es verdaderamente amor filial. No le importó su 
vida para cuidar a su madre!! Es maravillosa! Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo 
fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último 
durazno que quedaba en la canasta. 
-¡Parecen ricos!-dijo el rey. 
-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último 
durazno. 
-¡Cuánto me ama!-comentó después el rey-, Renunció a su propio placer, para 
darme el último durazno de la canasta.¿no es fantástica? 
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión 
desaparecieron del corazón del rey. 
Sentado con su amigo más confidente, le decía: 
-Nunca se portó como una reina…¿acaso no desafió mi investidura usando mi 
carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida.

viernes, 7 de febrero de 2014

SIN NOMBRE


Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le 
iluminara el camino que debía seguir. Todas las noches, al acostarse, le pedía a 
Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida. 
Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semimístico buscando recibir una señal divina. 
Hasta que un día, paseando por un bosque, vió a un cervatillo caído, 
tumbado, herido, que tenía una pierna medio rota. Se quedó mirándolo y de 
repente vió aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado; estaba a 
punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al 
cervatillo de un sólo bocado. 
Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el 
puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al 
puma acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo inesperado: en lugar de 
comérselo, el puma comenzó a lamerle las heridas. 
Después se fue y volvió con unas pocas ramas humedecidas y se las 
acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después 
se fue y trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que el cervatillo 
pudiera comer. 
Increíble. 
Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vió que el cervatillo 
aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las 
heridas y darle de beber. 
El hombre se dijo: 
Esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara. "Dios se ocupa de 
proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y 
desesperado corriendo detrás de las cosas". 
Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí 
esperando que alguien le trajera de comer y de beber. 
Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días... pero nadie le 
daba nada. 
Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al 
cervatillo herido, pero no le daban nada. 
Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre 
hombre, que estaba muy angustiado, le dijo: 
- Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer 
que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo ésto? Yo 
soy un hombre creyente... 
Y le contó lo que había visto en el bosque. 
El sabio lo escuchó y luego dijo: 
- Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy creyente. 
Dios no manda señales en vano. Dios te mandó esa señal para que 
aprendieras. 
El hombre le preguntó: 
- ¿Por qué me abandonó? 
Entonces el sabio le respondió: 
- ¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar, 
comparándote con el cervatillo? 
Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien 
que no pueda valerse por sus propios medios.

LA OLLA EMBARAZADA




Un señor le pidió una tarde a su vecino una olla prestada. El dueño de la olla no 
era demasiado solidario, pero se sintió obligado a prestarla. A los cuatro días, 
la olla no había sido devuelta, así que, con la excusa de necesitarla fue a 
pedirle a su vecino que se la devolviera. 
—Casualmente, iba para su casa a devolverla... ¡el parto fue tan difícil! 
— ¿Qué parto? 
— El de la olla. 
— ¿Qué?! 
— Ah, ¿usted no sabía? La olla estaba embarazada. 
— ¿Embarazada? 
— Sí, y esa misma noche tuvo familia, así que debió hacer reposo pero ya está 
recuperada. 
— ¿Reposo? 
— Sí. Un segundo por favor –y entrando en su casa trajo la olla, un jarrito y 
una sartén. 
— Esto no es mío, sólo la olla. 
— No, es suyo, esta es la cría de la olla. Si la olla es suya, la cría también es 
suya. 
“Este está realmente loco”, pensó, “pero mejor que le siga la corriente”. 
— Bueno, gracias. 
— De nada, adiós. 
— Adiós, adiós. 
Y el hombre marchó a su casa con el jarrito, la sartén y la olla. Esa tarde, el 
vecino otra vez le tocó el timbre. 
—Vecino, ¿no me prestaría el destornillador y la pinza? ...Ahora se sentía más 
obligado que antes. 
—Sí, claro. 
Fue hasta adentro y volvió con la pinza y el destornillador. Pasó casi una 
semana y cuando ya planeaba ir a recuperar sus cosas, el vecino le tocó la 
puerta. 
— Ay, vecino ¿usted sabía? 
— ¿Sabía qué cosa? 
— Que su destornillador y la pinza son pareja. 
— ¡No! –dijo el otro con ojos desorbitados— no sabía. 
—Mire, fue un descuido mío, por un ratito los dejé solos, y ya la embarazó. 
— ¿A la pinza? 
— ¡A la pinza!... Le traje la cría –y abriendo una canastita entregó algunos 
tornillos, tuercas y clavos que dijo había parido la pinza. 
“Totalmente loco”, pensó. Pero los clavos y los tornillos siempre venían bien. 
Pasaron dos días. El vecino pedigüeño apareció de nuevo. 
— He notado –le dijo— el otro día, cuando le traje la pinza, que usted tiene 
sobre su mesa una hermosa ánfora de oro. ¿No sería tan gentil de prestármela 
por una noche? Al dueño del ánfora le tintinearon los ojitos. 
— Cómo no –dijo, en generosa actitud, y entró a su casa volviendo con el 
ánfora perdida. 
—Gracias, vecino. 
—Adiós. 
—Adiós. 
Pasó esa noche y la siguiente y el dueño del ánfora no se animaba a golpearle 
al vecino para pedírsela. Sin embargo, a la semana, su ansiedad no aguantó y 
fue a reclamarle el ánfora a su vecino. 
— ¿El ánfora? –dijo el vecino – Ah, ¿no se enteró? 
— ¿De qué? 
— Murió en el parto. 
— ¿Cómo que murió en el parto? 
— Sí, el ánfora estaba embarazada y durante el parto, murió. 
— Dígame ¿usted se cree que soy estúpido? ¿Cómo va a estar embarazada un 
ánfora de oro? 
— Mire, vecino, si usted aceptó el embarazo y el parto de la olla. El casamiento 
y la cría del destornillador y la pinza, ¿por qué no habría de aceptar el 
embarazo y la muerte del ánfora? 

Tú, puedes elegir lo que quieras, pero no puedes ser 
independiente para lo que es más fácil y agradable, y no 
serlo en lo que es más costoso. Tu criterio, tu libertad, tu 
independencia y el aumento de tu responsabilidad vienen 
juntos con tu proceso de crecimiento. Tú decides ser adulto o 
permanecer pequeño.

jueves, 6 de febrero de 2014

¿CÓMO CRECER?



Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid.
Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.
Entonces encontró una planta, una Fresa, floreciendo y más fresca que nunca.

El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías
fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel
momento me dije: "Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda".

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona.

Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos, o puedes marchitarte en tu propia condena...

LA FACILIDAD, UN MAL CRITERIO



Fácil: susceptible de conseguir con poco o sin es esfuerzo. La facilidad no en un buena opción puesto que no nos pide trabajo ni voluntad y nos empuja a replegarnos en lugar de  a expandirnos.

A veces confundimos "ser buenos padres" con ser "unos padres demasiado buenos". Cuando hacemos por nuestros hijos aquello que ellos son capaces de hacer por sí mismos, estamos reduciendo sus capacidades y evitando que actualicen sus competencias, induciéndoles a la comodidad. Les transmitimos el mensaje de que en la vida siempre encontrarán a alguien que se lo facilitará todo- Pero esto es falso , y nosotros lo sabemos. Por lo tanto, somos corresponsables de convertir a nuestros hijos en personas poco autónomas, comodonas, despóticas, débiles y con poca fuerza de voluntad. Cuando nosotros faltemos, ¿Que será de ellos?

miércoles, 5 de febrero de 2014

GAUTAMA




Ya el sol se había puesto entre el enredo del bosque sobre los ríos.
Los niños de la ermita habían vuelto con el ganado y estaban sentados al fuego, oyendo a su maestro Gautama, cuando llegó un niño desconocido y lo saludó con flores y frutos. Luego, tras una profunda reverencia, le dijo con voz de pájaro:
"Señor Gautama, vengo a que me guíes por el Sendero de la Verdad.
Me llamo Satyakama"
"Bendito seas -dijo el Maestro- ¿Y de qué casta eres, hijo mío? Porque sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría".
Contestó el niño:
"No sé de qué casta soy, Maestro; pero voy a preguntárselo a mi madre".
Se despidió Satyakama, cruzó el río por lo más estrecho, y volvió a la choza de su madre, que estaba al fin de un arenal, fuera de la aldea ya dormida.
La lámpara iluminaba débilmente la puerta, y la madre estaba fuera, de pie en la sombra, esperando la vuelta de su hijo.
Lo cogió contra su pecho, lo besó en la cabeza y le preguntó qué le había dicho el Maestro.
"¿Cómo se llama mi padre? -dijo el niño- Porque me ha dicho el Señor Gautama que sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría".
La mujer bajó los ojos y le habló dulcemente: "Cuando joven yo era pobre y conocí muchos amos. Sólo puedo decirte que tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido".
Los primeros rayos del sol ardían en la copa de los árboles de la ermita del bosque. Los niños, aún mojado el revuelto pelo del baño de la mañana, estaban sentados ante su Maestro, bajo un árbol viejo.
Llegó Satyakan, le hizo una profunda reverencia al Maestro y se quedó de pie en silencio.
"Dime -le preguntó el Maestro- ¿Sabes ya de qué casta eres?"
"Señor -contestó Satyakama-, no sé. Mi madre me dijo: Yo conocí muchos amos cuando joven, y tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido".
Entonces se levantó un rumor como el zumbido iracundo de las abejas hostigadas en su colmena. Y los estudiantes murmuraban entre dientes de la desvergonzada insolencia del niño sin padre.
Pero el Maestro Gautama se levantó, trajo al niño con sus brazos hasta su pecho, y le dijo:
"Tú eres el mejor de todos los brahmines, hijo mío; porque tienes la herencia más noble, que es de la verdad".

LOS GRANJEROS...A LOS QUE SE LES DABAN BIEN LOS NÚMEROS



De entre todos los pueblos que el mula Nasrudin visitó en sus viajes, había uno que era especialmente famoso porque a sus habitantes se les daban muy bien los números. Nasrudin encontró alojamiento en la casa de un granjero. A la mañana siguiente se dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo. Cada mañana, alguien de cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con garrafas de agua vacías y se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban las garrafas y las llevaban de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora más.
"¿No sería mejor si tuvieran agua en el pueblo?", preguntó Nasrudin al granjero de la casa en la que se alojaba. "¡Por supuesto que sería mucho mejor!", dijo el granjero. "El agua me cuesta cada día dos horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el burro. Eso hace al año mil cuatrocientas sesenta horas, si cuentas las horas del burro como las horas del chico. Pero si el burro y el chico estuvieran trabajando en el campo todo ese tiempo, yo podría, por ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y cosechar cuatrocientas cincuenta y siete calabazas más cada año."
"Veo que lo tienes todo bien calculado", dijo Nasrudin admirado. "¿Por qué, entonces, no construyes un canal para traer el agua al río?" "¡Eso no es tan simple!", dijo el granjero. "En el camino hay una colina que deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un canal en vez de enviarlos por el agua, les llevaría quinientos años si trabajasen dos horas al día. Al menos me quedan otros treinta años más de vida, así que me es más barato enviarles por el agua."
"Sí, ¿pero es que serías tú el único responsable de construir un canal? Son muchas familias en el pueblo."
"Claro que sí", dijo el granjero. "Hay cien familias en el pueblo. Si cada familia enviase cada día dos horas un burro y un chico, el canal estaría hecho en cinco años. Y si trabajasen diez horas al día, estaría acabado un año."
"Entonces, ¿por qué no se lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos juntos construyáis el canal?
"Mira, si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino, tengo que invitarle a mi casa, ofrecerle té y halva, hablar con él del tiempo y de la nueva cosecha, luego de su familia, sus hijos, sus hijas, sus nietos. Después le tengo que dar de comer y después de comer otro té y él tiene que preguntarme entonces sobre mi granja y sobre mi familia para finalmente llegar con tranquilidad al tema y tratarlo con cautela. Eso lleva un día entero. Como somos cien familias en el pueblo, tendría que hablar con noventa y nueve cabezas de familia. Estarás de acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y nueve días seguidos discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo máximo que podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana. Como un año tiene sólo cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi dos años hablar con mis vecinos. Conociendo a mis vecinos como les conozco, te aseguro que todos estarían de acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos ellos son buenos con los números. Y como les conozco, te digo, que cada uno prometería participar si los otros participasen también. Entonces, después de dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el principio, invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están dispuestos a participar." "Vale", dijo Nasrudin, "pero entonces en cuatro años estarías preparados para comenzar el trabajo. ¡Y al año siguiente, el canal estaría construido!"
"Hay otro problema", dijo el granjero. "Estarás de acuerdo conmigo que una vez que el canal esté construido, cualquiera podrá ir por agua, tanto como si ha o no contribuido con su parte de trabajo correspondiente."
"Lo entiendo", dijo Nasrudin . "Incluso si quisierais, no podríais vigilar todo el canal."
"Pues no", dijo el granjero. "Cualquier caradura que se hubiera librado de trabajar, se beneficiaría de la misma manera que los demás y sin coste alguno."
"Tengo que admitir que tienes razón", dijo Nasrudin.
"Así que como a cada uno de nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escabullirnos. Un día el burro no tendrá fuerzas, el otro el chico de alguien tendrá tos, otro la mujer de alguien estará enferma, y el niño, el burro tendrán que ir a buscar al médico.
Como a nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escurrirnos el bulto. Y como cada uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben, ninguno mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así, la construcción del canal ni siquiera se empezará."
"Tengo que reconocer que tus razones suenan muy convincentes", dijo Nasrudin. Se quedó pensativo por un momento, pero de repente exclamó: "Conozco un pueblo al otro lado de la montaña que tiene el mismo problema que ustedes tienen. Pero ellos tienen un canal desde hace ya veinte años."
"Efectivamente", dijo el granjero, "pero a ellos no se les dan bien los números."