viernes, 26 de octubre de 2012

EL GUARDIAN DEL CASTILLO


Cierto día, en un monasterio Zen-Budista, a la muerte del guardián, fue necesario encontrar un substituto. El gran Maestro entonces convocó a todos sus discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela.
El Maestro, con mucha tranquilidad habló: "asumirá el puesto el primer monje que resuelva el problema que voy presentarles".
Entonces, colocó una mesita magnifica en el centro del enorme salón donde se encontraban reunidos, y encima de ella, puso un florero de porcelana muy raro, con una rosa amarilla de extraordinaria belleza adornándolo, y solamente dijo:"aquí esta el problema!".
Todos se quedaron mirando la escena: el florero bellísimo, de valor inestimable, con la maravillosa flor al centro. Qué representaría? qué hacer? cuál sería el enigma?
En ese instante, uno de los discípulos sacó la espada, miró al Maestro, a sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y….. SuaaassssssSSSSSsss…. destruyó todo con un sólo golpe! e
inmediatamente regresó a su lugar. Entonces el Maestro dijo:
"Tu serás el nuevo Guardián del Castillo".

Moraleja de la Historia: No importa cuál es el problema. Ni que sea algo demasiado bello. Si es un problema, necesita ser eliminado. Un problema es un problema. Aunque se trate de una mujer sensacional, un hombre maravilloso o un grande amor que se acabó. Por más lindo que sea o haya sido, si no
existe más sentido para nuestras vidas, tiene que ser suprimido. Muchas personas cargan en su vida entera el peso de cosas que fueron importantes en el pasado, pero que hoy solamente ocupan un espacio inútil en nuestros corazones y mentes. Espacio indispensable para Re-Crear
la vida.

"Existe un proverbio oriental que dice:
Para que bebas vino en una taza llena de té, primero es necesario botar el té para entonces, beber el vino".

viernes, 19 de octubre de 2012

EN BUSCA DE LA SABIDURÍA




"Dejo su hogar para dar comienzo a un prolongado viaje en busca de la serenidad. Así recorrió pueblos y ciudades; atravesó bosques y desiertos; visitó comunidades espirituales y monasterios; caminó junto a peregrinos y 
permaneció junto a ascetas en sus ermitas. Buscaba sin tregua, dejando atrás la familia, el trabajo, los amigos rutina cotidiana. Buscaba un maestro que pudiera impartirle una enseñanza para hallar la tan ansiada paz interior. 
Por fin tuvo noticia de un sabio mentor espiritual y se dirigió hacia donde moraba. 
Cuando se presentó ante el maestro, le dijo: 
- Venerable mentor, he viajado incesantemente en busca de claves para hallar la serenidad interior. He dejado mi trabajo, mi familia, mis amigos… 
Llevo meses y meses viajando por muchos países. 
-¿Para qué tanto esfuerzo inútil? -le preguntó el maestro. ¡Qué gasto de tiempo y energía! 
El buscador se quedó perplejo y desencantado. 
- Pero, señor… -acertó a balbucear. 
El maestro declaró: 
-¿Tan ofuscada está tu mente que dejas un tesoro fabuloso y te vas a dar vueltas de aquí para allá? .Nada puedo entregarte ni enseñarte que no puedas obtener en tu vida cotidiana. No tienes que dejar tu hogar, ni tus amigos, ni tu trabajo, ni tu vida habitual. Lo que tienes que dejar, y de una vez, es tu sentido de posesión, tu apego, tu visión incorrecta y tus engaños mentales. 
Eso puedes hacerlo estando en tu casa, sin necesidad de abandonarlo todo, cuando lo que debes abandonar son los oscurecimientos de la mente. 
Deja de dar vueltas , regresa a tu casa y emprende allí el 
trabajo interior que te conducirá hacia la paz que anhelas. 


( Ramiro A. El libro de la serenidad )

sábado, 6 de octubre de 2012

LA ABEJA Y EL ELEFANTE



Había una vez una abeja joven y fuerte, estaba llena del ardor
de la juventud. Un día, mientras volaba muy feliz de flor en
flor, chupando néctar, se alejó cada vez más de su casa y
olvidó que pronto anochecería y sería hora de regresar.
Acababa de posarse en una flor de loto, cuando el sol se puso
y el loto se cerró. La abeja quedó atrapada. Tenía un aguijón
afilado y habría podido perforar fácilmente los pétalos y
escapar, pero estaba absorta en su embriaguez. Pensó: "Pasaré
aquí la noche bebiendo néctar y por la mañana, cuando se abra
el loto, volaré a casa. Reuniré a mi esposa, a mis vecinos y
amigos y los traeré aquí a beber néctar. ¡Estarán muy
contentos! ¡Estarán muy agradecidos!
Pronto llegó la medianoche. Un elefante joven, que también
se hallaba extasiado, vagaba por el bosque derribando
árboles; desgarraba plantas y se las metía en la boca. Cuando
llegó al loto donde la abeja se deleitaba, empezó a arrancar
lotos y a comérselos. La abeja seguía bebiendo néctar y
pensaba: "Traeré a mi esposa, traeré a mis vecinos, traeré a
todos mis amigos; tendré una gran fábrica de miel". 
De pronto, hubo un fuerte crujido. "¡Ay de mi!, gritó la abeja. Me
muero, me muero. Estoy muerta".
Todos los planes de la abeja quedaron en el lago. Todos sus
amigos quedaron en casa. La esposa de la abeja seguía en casa
y la abeja, en la boca del elefante.
Como esa abeja, cada vez llegamos más lejos en este mundo,
imaginando que hacemos grandes progresos, sin darnos cuenta
de que vamos dejando atrás nuestra esencia. Cada día se
acerca más el elefante de la muerte, pero nunca advertimos sus
pasos. En este mundo transitorio. Aunque parece fascinante, todo lo
que vemos aquí es perecedero. 
El gran santo Kabir, cantó:
"Eres como un viajero que va y viene. Acumulas riquezas y te
enorgulleces de ellas. Pero cuando te marches no te llevarás
nada contigo. Viniste a este mundo con los puños cerrados,
pero cuando te vayas, tus manos estarán abiertas".


Swami Muktananda